Atardecer En la Ciudad

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Color Esperanza

lunes, 8 de octubre de 2007

Pico Diego de Ocampo



Diego de Ocampo

Santiago de los Caballeros, corazón del Cibao, es también conocida como "la Ciudad del Ocampo". Frente a ella, hermoso brochado azul en el mural que desciende del cielo para estamparse en horizonte norte, se yergue el tope mas elevado de la Cordillera Septentrional.
Este imponente monte es Diego de Ocampo, milenario titán que pastorea los siglos del Primer Santiago de América. Testigo secular de gestos estelares y de hecatombes. Pero, sobre todo, de las dinámicas esforzadas de un pueblo que ha sabido siempre luchar por su futuro eterno, contra las iras de la Naturaleza y del hombre.
El nombre de Diego de Ocampo viene rodando por el plano inclinado del tiempo desde días tempranos coloniales. Antes, hace muchísimas calendas se sabía el porqué. Luego, las causas originales del topónimo se fueron olvidando. Hoy es relativamente escaso el dominicano - santiagues o no - que "recuerde" por que se llama al imponente pico: Diego de Ocampo. Por que se llama así el monte mas alto de la Cordillera Septentrional?. Y... cuáles son las posibles causas del insólito olvido?.
Si comenzáramos por responder la segunda interrogante tendríamos que formular una tesis. Una teoría, mejor dicho. Principiar por recordar que en nuestro país no existe discriminación racial... conscientemente. Que durante siglos hubimos de defendernos contra las interminables secuencias de agresiones que provenían del Occidente de nuestra isla. Que tal status, instituido, obligó a nuestros antepasados a luchar juntos para sobrevivir. Es decir, a la unión de todos, sin importar colores de piel, para sobrevivir. Y que, de ese modo, pudo desaparecer de nuestra conciencia lo de la discriminación racial. Fue una especie de simbiosis social obligada por el medio ambiente entonces reinante, que duró siglos.
Pero, hete aquí, que donde quiera que coexisten gentes de distintas razas se materializa la discriminación racial; y aquí no. quizás, al desaparecer obligadamente en nuestro terruño esa discriminación, sólo se hizo subconsciente, inconsciente. Hay una amplia gama de ejemplos, en nuestra sintomatología social, que serviría para rastrear el escondido fenómeno... Verbigracia, nuestra calificación acerca de colores de piel, o razas. aquí, en R.D., somos "indios", "indios lavados", "blancos"... y "morenos". El calificativo de "negro" sólo se usa en momentos emocionales extremos. Como supremo insulto, o en momentos dulces de intimidad: cual en los tiernos del "ven acá, mi negra".
En nuestras avenidas y parques abundan las esculturas de "gente precolombina". Los indios eran nuestros "antepasados", es lema instituido aquí. Y hay una época de la historia de nuestra literatura que se vertebraliza en temas "indigenistas". Hermosos poemas y "la cumbre de la prosa quisqueyana" en el Enriquillo de Galván. Y dónde andaban nuestros negros, entonces?. De ello se dio cuenta Juan Ant. Alix cuando escribió: "El Negro atrás de la Oreja".
Y, sin embargo, grande cual Enriquillo fue el Negro Lemba. El Negro Lemba se alzó en las mismas Sierras que Enriquillo, en las de Bahoruco. Años y años mantuvo su rebeldía contra la esclavitud española. Cuando fue muerto, en acción, su cabeza fue llevada a Santo Domingo de Guzmán y colocada en una pica en la Puerta - la Capital era ciudad amurallada "que daba al río Ozama". Puerta que durante muchísimos años continuó llamándose "la Puerta de Lemba". Y cómo se evoca hoy a Sebastián Lemba?. En la Época de sus hazañas - allá por los 1500 y tantos - mereció una estrofa de la elegía de Juan Castellanos. Pero también es cierto que aún no existían los factores que motivaron, luego, la discriminación racial subconsciente en nuestro pueblo.
Diego de Ocampo fue el otro titán negro. Este se alzó en las serranías cuyo pico mayor ha conservado su nombre. ahí estuvo, en la Cordillera Septentrional, comandando a un grupo de los de su raza, alzado por mas de 10 años. ocasión hubo en que acosado por los españoles, atravesó la Cordillera Central para sumarse a Lemba. Juntos lucharon contra la esclavitud española, allá por 1546. Mejor dicho, ya para 1547 Ocampo tenía mas de 10 años en rebeldía.
Diego de Ocampo, la montaña mas alta de nuestra Cordillera Septentrional, debe su nombre al de aquel capitán de negros cimarrones cuya aureola debió tejer leyendas tan poderosas como para perdurar - aunque despersonificadas - vadeando siglos que filtraron orígenes a causas de nuestra sui géneris manera de discriminar lo racial.
Hoy, tras conocimientos de causas, luce mas hermoso, mas imponente, mas significativo el azulado monte que durante siglos ha pastoreado a la Ciudad del Ocampo: Santiago de los Caballeros. Encaramada en la cima que se eleva en varios centenares de metros sobre el kilómetro de estatura sobre niveles marinos: la estampa del titán del ébano dona al paisaje agreste nuevos significados. Reintegrando el recuerdo del protohéroe, se humaniza ese renglón de nuestra geografía que era, hasta ese momento, un mero accidente topográfico, huérfanos de esencias vitales y latidos históricos.

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